En la frontera vizcaína y alavesa, allí por donde el Gorbeia asoma su característica figura, vive un hayedo extraño. Sus árboles, en vez de extender sus ramas como hacen las hayas “tradicionales”, suben directas hacia el cielo. La explicación la encontraréis en el texto. El pequeño hayedo de Otzarreta (o de Isabel, como lo conocen algunos) es sólo la primera estación de una fabulosa excursión que nos llevará por la “ventana” de Atxuri, los singulares tejos de las campas de Arimekorta y la valiosa turbera de Saldropo.