Una vista de La Cavada

La Cavada es la capital del municipio de Riotuerto (Cantabria, España). Su altitud es de 88 metros y presenta un clima oceánico, con temperaturas suaves todo el año e inviernos lluviosos.

En el año 2008, la localidad contaba con una población de 1033 habitantes (INE). Predomina la actividad agropecuaria dedicada a la cría de ganado, así como empresas diversas de tamaño pequeño.

Existe una industria láctea y otra textil que emplean a unos 20 trabajadores cada una. El turismo es todavía un sector incipiente pero de gran potencial debido al atractivo paisajístico de la zona.

El desarrollo del núcleo de La Cavada y del municipio de Riotuerto vino dado a raíz de la creación, en 1622, de las fábrica de artillería de La Cavada, que suministraron armamento a las colonias y la armada del reino de España. En sus instalaciones de La Cavada llegaron a funcionar cuatro altos hornos que producirían armamento y munición de gran calidad. No obstante el largo declive de las instalaciones comenzó a finales del siglo XVIII y es en 1835 cuando las instalaciones, ya sin niguna actividad, cierran.

Rio Miera a su paso por La Cavada

El río Miera a su paso por la población de La Cavada. En agosto de 1834 el río Miera sufrió una importante crecida. Sus aguas llegaron a superar el puente del Real Sitio.

Una diligencia cruzando el antiguo puente de La Cavada sobre el río Miera, a finales del siglo XIX. A La Cavada llegaron técnicos de Flandes para trabajar en las instalaciones traídos por sus amplios conocimientos de las técnicas de fundición. Cabe mencionar los numerosos pleitos con los vecinos del lugar por su carácter autárquico, debido a la oposición de conceder grados de hidalguía a los extranjeros. Estos flamencos (la mayoría con cargos importantes en la fundición) fueron objeto de reticencias, desvíos y malos tratos por parte de las gentes del lugar, tratándolos, aún incluso sus bisnietos, como extranjeros y formando una especie de linaje por casi endogamia forzosa. Se les privaba de los oficios concejiles y honores sociales, e incluso disponían de lugar separado para su entierro. Se les concedieron el fuero de artillería pero existieron numerosos pleitos debido a la oposición a darles títulos de hidalguía. Los descendientes se asentaron en La Cavada y las comarcas limítrofes y sus apellidos, en su mayoría flamencos, pasaron a castellanizarse durante el siglo XVIII. En todo el municipio de Riotuerto y limítrofes, aún son comunes apellidos como Arche, Baldor o Valdor, Del Val, Bernó, Guate, Lombó, Marqué, Oslé o Uslé, Otí, Rojí, Roqueñí, Sart, etc.

El desarrollo que supuso para el Riotuerto y municipios vecinos la fábrica de cañones creó importantes oportunidades de trabajo y se dejó notar en el crecimiento de la población de la Junta de Cudeyo (antigua demarcación que componían los actuales municipios de Entrambasaguas, Marina de Cudeyo, Medio Cudeyo, Liérganes, Miera y Riotuerto), pasando de 1636 a 1750 a crecer un cuarenta por ciento, de los 5.700 habitantes a los 8.000. La mayoría de los trabajadores compaginaban las labores de la fábrica con sus tareas agrícolas, todas labores duras. Y aún a pesar del desarrollo que supuso para el pueblo la fábrica de cañones, esta no fue bien vista por muchos. Al contrario. Grande era el rechazo de los vecinos a las instalaciones de La Cavada. Las limitaciones y prohibiciones que impuso la Real Fábrica a sus vecinos hizo que creciese su animadversión a los Altos hornos, influida además por el acceso muy restringido a las instalaciones, los privilegios de algunos de sus operarios y la sensación de secretismo que tenía por poseer importancia militar. Prueba de ello es que tras el abandono de las instalaciones en los años posteriores a 1830, los comarcanos se apresuraron a irse llevando todo lo que pudieron de los edificios y talleres, entre otras ideas, probablemente con la ingenua de impedir la restauración de las instalaciones. En 1881 casi no quedaba rastro ya de la fábrica.

El antiguo sitio de Valdelazón, donde se barrenaba el ánima de los cañones, fue vendido en 1870 por el Ministerio de la Marina a don Juan de la Pedraja. Se componía de diversas construcciones del antiguo complejo de fundiciones de La Cavada. Don Juan invirtió mucho dinero para conseguir en 1847 una fábrica ("La Montañesa Textil") de tejidos e hilado de algodón moreno (vasto pero de buena calidad). La fábrica llegó a tener 450 trabajadores y a ser muy importante en España hasta finales de los 60 del siglo XX.

El complejo se compone de un edificio y junto a ella se alza su monumental chimenea exenta, sobreelevada y construida en ladrillo, que permitía evacuar los humos de las calderas por un conducto subterráneo. Está también su imponente presa en el río Miera capaz de proporcionar energía hidráulica y que antiguamente era utilizada para mover las máquinas que perfeccionaban la artillería. La localización de esta antigua fábrica en un medio rural como Riotuerto responde a un modelo que integra en una misma planta todas las actividades industriales y a la reducción de la mano de obra. La propiedad del complejo fue de la familia del Valle de la Pedraja, mecenas en la implantación en La Cavada de "Escuela de Patronato" (1887) de carácter gratuito para todos los niños del municipio. Con el tiempo esta escuela evolucionó hasta el actual Colegio Público de La Cavada. El edificio de la fábrica textil es de estilo fabril manchesteriano caracterizado por muchos y amplios ventanales que permitían el paso de luz, dado que en aquella época el uso de la eléctrica no estaba muy extendido, y disposición de la producción en plantas. Este patrimonio fabril de importancia regional es digno de conservación.

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Marimón y Cotillamón - Las tetas de Lierganes

Liérganes es un municipio de la comunidad autónoma de Cantabria (España) situado en la comarca de Trasmiera. Limita al norte con Medio Cudeyo, al este con Riotuerto, al sur con Miera y al oeste con Penagos. Por su territorio discurre el río Miera, caudal que alimenta el balneario de Liérganes. Asimismo, dispone de un servicio de cercanías FEVE que le une a Santander.

Los principales núcleos de población son Liérganes (capital municipal) y Pámanes. El primero tiene más del doble de población que el segundo. El núcleo de Pámanes integra las localidades de Bucarrero, Casa del Monte, El Condado, La Herrán, Somarriba y Tarriba.

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Cabezón de la Sal es un municipio español de la comunidad autónoma de Cantabria, y una villa de dicho municipio, capital del mismo. Cabezón de la Sal está situado en la hoz de Santa Lucía, horadada por el río Saja paralelamente a la sierra del Escudo de Cabuérniga.

El término municipal limita al norte con los de Udías y Alfoz de Lloredo, al sur con Ruente y Mazcuerras, al este con el de Reocín y al oeste con Valdáliga.

Ayuntamiento y una vista general

La villa de Cabezón de la Sal a su vez es la capital del municipio. Está ubicada en un llano a 128 metros sobre el nivel del mar. En el año 2008 contaba con una población de 5.262 habitantes (INE).

De la capital destaca el Molino de la Cabroja (siglo XVIII), que fue incluido en el Inventario General del Patrimonio Cultural de Cantabria, como Bien Inventariado, por resolución publicada en el BOC de 26 de junio de 2002), en el que se describe como un molino de río cuya función principal era la obtención de energía en una época preindustrial. En épocas posteriores se renovó su maquinaria de acuerdo con las innovaciones tecnológicas del momento. Es un conjunto de edificaciones que incluye una casa de labranza del siglo XVIII de planta cuadrada y muros de mampostería con sillería en esquinales y recercos de vanos; el molino harinero propiamente dicho, edificación de dos alturas con muros de mampostería y sillería recercando todos los vanos; un soportal que forma una «L» con el molino, dos socarrenas que se apoyan respectivamente en el soportal y en la casa a modo de construcciones auxiliares y la portalada o puerta principal del conjunto.

En el casco urbano de Cabezón de la Sal hay un punto de interés geomorfológico llamado los «Hundimientos de Cabezón de la Sal». Al ser una localidad donde se han explotado yacimientos de sal durante siglos, se han producido estos hundimientos.

La denominación de Cabezón de la Sal proviene de la época romana, ya que "cabezón" era una medida utilizada para el comercio de sal, fuente de riqueza del lugar con importantes minas de este producto, lo cual a su vez supuso la denominación "de la Sal" a esta población. Otro posible motivo para esta denominación es la antigua torre medieval que existía donde actualmente se encuentra el Picu de la Torre, estas torres de vigilancia eran frecuentemente denominadas cabezos, por lo que sería el Cabezo del Valle de la Sal, dando lugar a Cabezón de la Sal.

Su capital se encuentra asentado sobre un diapiro salino antaño explotado mediante la inyección en él de grandes cantidades de agua que extraían el mineral del subsuelo y que posteriormente se recogía calentándose al fuego para su evaporación y decantación de la sal. La presencia y explotación de este yacimiento evaporítico, uno de los más importantes de España, ha hecho que haya áreas del municipio con peligro de subsidencia.

Cabezón de la Sal al estar situado en el cruce de caminos hacia Asturias de Oviedo y la Ruta de los Foramontanos (hacia Campoo y Castilla) ha tenido históricamente una situación estratégica que le ha reportado ganancias económicas. Por otra parte, dicha ruta de los foramontanos fue una de las vías de repoblación durante la Reconquista.

El periodista cántabro Víctor de la Serna, estudioso del tema que vivió su infancia en esta localidad, publicó en 1956 su libro La Ruta de los Foramontanos recibiendo el Premio Nacional de Literatura.

En 1544, el Valle de Cabezón además de otros valles de Asturias de Santillana emprendieron el Pleito de los Nueve Valles, que resolvió que el Rey tendría dominio sobre estos valles frente al abolido dominio señorial. Posteriormente, en 1630 se constituyó la Provincia de los Nueve Valles, antecedente de lo que sería la provincia de Cantabria de 1778.

Más recientemente, en 1979, la villa cabezonense volvió a la actividad reivindicativa, está vez para reclamar la autonomía de Cantabria, siendo el primer ayuntamiento de la entonces provincia de Santander que lo pidiera y al que más tarde se le unieron la inmensa mayoría de consistorios cántabros.

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Ermita del Carmen

La Virgen del Carmen de Revilla es la patrona del valle de Camargo. Este templo ha conocido diversas ampliaciones en el XVII y XVIII. Su interior fue restaurado después de un incendio acaecido en la década de los sesenta del pasado siglo.

Su mayor fiesta es la de la noche del Carmen (15 de julio por la noche), donde miles de romeros se acercan de todos los puntos de Cantabria a venerar a la Virgen del Carmen, incluso gente de toda España, venera a la Virgen del Carmen. Revilla fue la primera localidad de Cantabria en venerar a la Virgen del Carmen dado que allá en el Siglo XVII llegaba la Ría del Carmen hasta el santuario. Es patrona del Valle de Camargo desde 1913 y se dice que pudo ser la patrona de Cantabria.

Es una fiesta, declarada de interés turístico regional desde 2003, por su devoción y cantidad de fieles que acuden de todas partes de Cantabria y del resto de España.

Los romeros suelen llegarse a la Ermita a pie. Antiguamente llegaban los pescadores en barca casi hasta la misma, partían de la bahía santanderina ascendiendo por la ría de Boo, actualmente casi a un kilómetro de la misma por los rellenos que la han dejado en anecdótico brazo de mar durante la marea alta. En dicho lugar existía una coqueta playa donde “bañaban” los caballos pertenecientes al cuartel de la Guardia Civil.

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La cueva de Altamira es una cavidad natural en la roca en la que se conserva uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la Prehistoria. Está situada en el municipio español de Santillana del Mar, Cantabria, a unos dos kilómetros del centro urbano, en un prado del que tomó el nombre.

Desde su descubrimiento por un cazador en 1868 y su posterior estudio por Marcelino Sanz de Sautuola ha sido excavada y estudiada por los principales prehistoriadores de cada una de las épocas una vez que fue admitida su pertenencia al Paleolítico.

Las pinturas y grabados de la cueva pertenecen a los períodos Magdaleniense y Solutrense principalmente y, algunos otros, al Gravetiense3 y al comienzo del Auriñaciense, esto último según pruebas utilizando series de uranio. De esta forma se puede asegurar que la cueva fue utilizada durante varios periodos, sumando 22 000 años de ocupación, desde hace unos 35 600 hasta hace 13 000 años, cuando la entrada principal de la cueva quedó sellada por un derrumbe, todos dentro del Paleolítico superior.

Cuevas de Altamira

El estilo de gran parte de sus obras se enmarca en la denominada «escuela franco-cantábrica», caracterizada por el realismo de las figuras representadas. Contiene pinturas polícromas, grabados, pinturas negras, rojas y ocres que representan animales, figuras antropomorfas, dibujos abstractos y no figurativos.

En cuanto a su techo de los polícromos ha recibido calificativos como «Capilla Sixtina» del arte rupestre;«...la manifestación más extraordinaria de este arte paleolítico...»,«... la primera cueva decorada que se descubrió y que continua siendo la más espléndida» y «...si la pintura rupestre [paleolítica] es el ejemplo de una gran capacidad artística, la cueva de Altamira representa su obra más sobresaliente»11 nos indican la gran calidad y belleza del trabajo del hombre magdaleniense en este recinto.

Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. En el año 2008 se hizo una extensión de la nominación a otras 17 cuevas del País Vasco, Asturias y la propia Cantabria, pasándose a llamar el conjunto «Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del norte de España».

La cueva de Altamira fue descubierta en 1868 por un cazador llamado Modesto Cubillas, quien encontró la entrada al intentar liberar a su perro, que estaba atrapado entre las grietas de unas rocas por perseguir a una presa.14 En aquel momento, la noticia del descubrimiento de una cueva no tuvo la menor transcendencia entre el vecindario de la zona, ya que es un terreno kárstico, caracterizado por poseer ya miles de grutas, por lo que el descubrimiento de una más no supuso ninguna novedad.

Cuevas de Altamira

Modesto se lo comunico a Marcelino Sanz de Sautuola, «mero aficionado» en paleontología, debió conocer la existencia de la cueva directamente por boca del mismo Cubillas, aparcero en su finca; no obstante, no la visitó hasta al menos 1875, y muy probablemente en 1876. La recorrió en su totalidad y reconoció algunos signos abstractos, como rayas negras repetidas, a las que no dio ninguna importancia por no considerarlas obra humana. Cuatro años después, en el verano de 1879, volvió Sautuola por segunda vez a Altamira. En esta ocasión, acompañado por su hija María Faustina Sanz Rivarola, de alrededor de 8 años. Tenía interés en excavar la entrada de la cueva con el objetivo de encontrar algunos restos de huesos y sílex, como los objetos que había visto en la Exposición Universal de París en 1878.

María exclamó al ver las pinturas: ¡Mira, papá, bueyes!.

El descubrimiento lo realizó, en realidad, la niña. Mientras su padre permanecía en la boca de la gruta, ella se adentró hasta llegar a una sala lateral. Allí vio unas pinturas en el techo y corrió a decírselo a su padre. Sautuola quedó sorprendido al contemplar el grandioso conjunto de pinturas de aquellos extraños animales que cubrían la casi totalidad de la bóveda.

Al año siguiente, 1880, Sautuola publicó un breve opúsculo titulado Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander. En él sostenía el origen prehistórico de las pinturas e incluía una reproducción gráfica. Expuso su tesis al catedrático de Geología de la Universidad de Madrid, Juan Vilanova, que la adoptó como propia. Pese a todo, la opinión de Sautuola no fue aceptada por los franceses Cartailhac, Mortillet y Harlé, los científicos más expertos en estudios prehistóricos y paleontológicos en Europa.

Cuevas de Altamira

Las pinturas de Altamira fueron el primer conjunto pictórico prehistórico de gran extensión conocido en el momento, pero tal descubrimiento determinó que el estudio de la cueva y su reconocimiento levantara toda una polémica respecto a los planteamientos aceptados en la ciencia prehistórica del momento.nb 5 La novedad del descubrimiento era tan sorprendente que provocó la lógica desconfianza de los estudiosos. Se llegó a sugerir que el propio Sautuola debió pintarlas entre las dos visitas que realizó a la caverna, negando así su origen paleolítico, o incluso atribuyendo la obra a un pintor francés que había sido alojado en casa del guía de la cueva,24 aunque la mayor parte de los expertos franceses consideraban a Sautuola como uno de los engañados. El realismo de sus escenas provocó, al principio, un debate en torno a su autenticidad. El evolucionismo, aplicado a la cultura humana, conducía a deducir que tribus antiguas y salvajes no debían disponer de arte y que desde entonces hasta la actualidad habría habido un continuo de progreso. Por lógica si el arte es símbolo de civilización debería haber aparecido en las últimas etapas humanas y no en pueblos salvajes de la Edad de Piedra. Su reconocimiento como una obra artística realizada por hombres del Paleolítico supuso un largo proceso en el que, también, se fueron definiendo los estudios sobre la Prehistoria.

Marcelino S. de Sautuola publicó en 1880 este escrito, donde dio a conocer las pinturas encontradas el año anterior, incluyendo un dibujo del techo de la Gran sala de polícromos. Ni la ardiente defensa de Vilanova en el Congreso Internacional de Antropología y Arqueología, celebrado en Lisboa en 1880, ni el afán de Sautuola evitaron la descalificación de Altamira. Pero un reputado humanista y político liberal sevillano, Miguel Rodríguez Ferrer, publicó un artículo en la prestigiosa revista La Ilustración Española y Americana (1880), avalando la autenticidad de las pinturas y resaltando su inmenso valor.Giner de los Ríos, como director de la Institución Libre de Enseñanza, encargó un estudio al geógrafo Rafael Torres Campos y al geólogo Francisco Quiroga, quienes emitieron un informe desfavorable,31 que publicaron en el boletín de la institución.

Sin embargo, su valor fue avalado por los frecuentes hallazgos de otras piezas de arte mueble similares en numerosas cuevas europeas. A finales del siglo XIX, principalmente en Francia, se descubrieron pinturas rupestres innegablemente asociadas a las estatuillas, relieves y huesos grabados aparecidos en niveles arqueológicos paleolíticos, unidos a restos de animales desaparecidos de la fauna peninsular o extinguidos, tales como mamut, reno, bisonte y otros.36 En ese reconocimiento, destacó muy positivamente Henri Breuil pues sus trabajos en torno al tema «El arte parietal», presentados en el congreso de la Asociación Francesa para el Avance de las Ciencias en 1902, provocaron cambios sustanciales en la mentalidad de los investigadores de la época.

Cuevas de Altamira

Émile Cartailhac había sido uno de los más grandes opositores a la autenticidad de Altamira, pero el descubrimiento de grabados y pinturas a partir de 1895 en las cuevas francesas de La Mouthe, Combarelles y Font-de-Gaume, le hizo reconsiderar su postura. Tras visitar la cueva, escribió en la revista L'Antropologie (1902) un artículo titulado La grotte d' Altamira. Mea culpa d'un sceptique (La cueva de Altamira. Mea culpa de un escéptico). Ese artículo supuso el reconocimiento universal del carácter paleolítico de las pinturas de Altamira.

Fijada la autenticidad de las pinturas, se inició el debate sobre la propia obra. La divergencia entre los investigadores se centró en torno a la precisión cronológica, la misteriosa finalidad de las mismas y sus valores artístico y arqueológico. Estas cuestiones afectaron, no sólo a la cueva de Altamira, sino a todo el arte rupestre cuaternario descubierto.

Situada en el lateral de una pequeña colina calcárea de origen pliocénico, con la entrada a 156 msnm y a unos 120 metros de elevación sobre el río Saja, que pasa a unos dos kilómetros. En la época de las pinturas de la Gran sala, la cueva se encontraría 8 o 10 km más al interior que en la actualidad, que está a 5 km, ya que el Cantábrico tenía un nivel inferior. Esta situación debió ser privilegiada para los cazadores ya que les permitía dominar un extenso terreno y disponer de refugio de forma simultánea.

Hace unos 13 000 años, a finales del Magdaleniense, la entrada de la cueva se derrumbó sellando la entrada, lo que permitió la conservación de sus pinturas y grabados y del yacimiento arqueológico en sí.

La cueva de Altamira es relativamente pequeña, sólo tiene 270 metros de longitud. Presenta una estructura sencilla formada por una galería con escasas ramificaciones y termina en una larga galería estrecha y de difícil recorrido.

La temperatura y la humedad del aire en la Gran sala de la cueva se mantienen más o menos constantes a lo largo de todo el año como pudieron comprobar Breuil y Obermaier con sus medidas con rangos de valores de 13,5-14,5 ºC y 94-97% respectivamente.

Cuevas de Altamira

El estudio de la composición de la roca se realizó gracias a que la autoridades españolas proporcionaron un trozo del techo de la cueva en la década del 1960 al Dr. Pietsch para que la analizara y de esa forma pudo reproducir la misma para las réplicas que posteriormente se albergarían en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid y en el Deutsches Museum de Múnich. El análisis indicaba:

«Se trata de una consistente piedra caliza compacta y finamente cristalizada, de color amarillo parduzco uniforme; algunas zonas irregulares de color amarillo parduzco intenso que semejan manchas se componen de calcita que contiene siderita. Además aparecen otras zonas...» Pietsch, 1964, pp

También se ofrecían otros detalles, y se concluía que la piedra caliza era casi pura, con un componente dolomítico mínimo —con una proporción de Mg no superior al 1,3%—.

Viendo su plano actual es difícil de entender cómo fueron utilizadas la zona de habitación y la sala de los polícromos por lo que se debe imaginar como un casi continuo en época de las pinturas.48 En la excavaciones se han identificado, al menos, cinco derrumbes importantes de la cueva: uno presolutrense, anterior a la ocupación solutrense, cuando ocurrió el siguiente, anterior de uno que coincide con el yacimiento magdaleniense, y dos más que dejaron bloques sobre la capa estalagmítica, que se había encontrado sobre dicho yacimiento, y que fueron, muy probablemente, antes de que terminase el Pleistoceno (hace unos 12 000 años). Derrumbes menores han continuado, uno estuvo a punto de herir a Obermaier durante sus excavaciones de la década del 1920.

Actualmente se definen varias zonas, que si bien no todas tienen nombre propios consensuados se mencionan habitualmente como: vestíbulo, «Gran sala de los polícromos», gran sala de los tectiformes, galería, sala del bisonte negro, «Sala de la hoya» (sala previa a la cola de caballo), y la «Cola de caballo».50 O, en otras ocasiones, por medio de una numeración basada en plano, especialmente al que hicieron Obermaier y Breuil.

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Iglesia San Felices de Mies

Iglesia reconstruida con un estilo renacentista-gótico hacia 1430 —en el antiguo lugar del monasterio de San Félix (año 943)— por Rodrigo de Villegas I quien se asentara definitivamente en la villa, siendo primogénito y heredero del solar del I señor de Cóbreces Ruy Pérez de Villegas II y de su esposa Teresa Díaz de Cevallos de la Casa de Cevallos de las Presillas. Los hijos de Rodrigo con Leonor Calderón de Guevara fueron Rodrigo de Villegas II quien heredó más tarde por mayorazgo, y Juan de Villegas I quien sucediera a su hermano por carecer de hijos legítimos. Esta iglesia conserva aún hoy la espadaña románica y la puerta gótica medievales originales (de alrededor del año 1122). La única capilla lateral izquierda la originó el ya citado licenciado Miguel de Villegas hacia 1660 presentando leyenda y blasón familiar, además de un epitafio del teniente general Juan José Villegas. La de la derecha de la nave la fundó Alonso Fernández de Quirós Pomar y del Río Concha Barreda —al mismo tiempo que fundara también la capilla de los Quirós en la iglesia de San Andrés de Santillana, estando enlazado con Elvira Cossío y Velarde, nacida en Toñanes en 1608— también presentando blasón familiar y leyenda. La otra, ubicada al fondo a la derecha y enfrente de la puerta lateral gótica medieval, la fundó Sancho de Obregón pero el blasón que ostenta es de la familia Rivero en quien recayó dicha capilla. Su cementerio tiene un Cristo esculpido por el artista Jesús Otero. Aquí hay numerosas referencias de la familia de Villegas, en escudos y lápidas funerarias, que acreditan su fundación y restauración. Esta antigua parroquia de Cóbreces fue abandonada en 1891, conservándose aún su cementerio.

Iglesia San Felices de Mies

Iglesia San Felices de Mies

Iglesia San Felices de Mies

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El monasterio de Santa María la Real es una antigua abadía de la orden Premonstratense situada en la localidad de Aguilar de Campoo, provincia de Palencia, comunidad de Castilla y León, España. Monumento construido a caballo entre los siglos XII y XIII en un estilo de transición del románico al gótico con elementos del arte cisterciense, en la actualidad acoge las sedes de la Fundación Santa María la Real-Centro de Estudios del Románico y del Museo ROM: Románico y Territorio. Es Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento Histórico-Artístico Nacional.

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Según el relato legendario, carente de cualquier base histórica,1 esta casa cenobítica fue fundada por Opila, abad del Monasterio de San Miguel de Tablada en las orillas del Ebro, en algún momento de principios del siglo IX. Un hermano de Opila llamado Alpidio, encontrándose de caza por las riberas del Pisuerga, descubrió escondidas en el bosque dos pequeñas ermitas visigóticas dedicadas a Santa María y a los apóstoles San Pedro y San Pablo. En ellas estaban depositadas ciertas reliquias de los titulares y un arcón con una cruz de gruesos maderos encima. Los hermanos abrieron el arcón y en su interior hallaron una imagen del Santo Cristo (hoy venerada en la Colegiata de San Miguel de Aguilar de Campoo) que les impresionó por la nobleza de sus rasgos y por la fragancia que despedía la llaga de su costado. Ante tal prodigio, comenzaron a construir una casa religiosa en el mismo lugar del hallazgo.

Detalle de los interiores

La veneración hacia la imagen se popularizó y condujo a la fundación de numerosas viviendas, las cuales habrían de ser el núcleo originario de la villa. Relata un documento, que ha resultado ser falso que en 822, un sobrino y tocayo de Opila erigió el Monasterio de San Pedro y San Pablo de Aguilar, que justo 30 años después recibió del conde Osorio una donación traditio corporis et animae. En 950, Osorio Armíldez dispuso una refundación monacal bajo la advocación de San Martín de Aguilar y, probablemente, la Regla Benedictina. Ábside de la iglesia monacal. Las primeras noticias documentales se remontan a 1020. Aparecen en el Cartulario de Aguilar, que da cuenta de donaciones al Monasterio al tiempo que confirma la existencia de una comunidad dúplice de fratres et sorores (monjes y monjas). 1169 es el año fundamental en la historia del cenobio al producirse la entrega del mismo por el rey Alfonso VIII al abad del Monasterio de Santa María de Retuerta, en la vallisoletana Sardón de Duero, administrado por canónigos regulares de la Orden Premonstratense. El monarca castellano pasó a ejercer una decidida protección sobre el monasterio, llamado en lo sucesivo de Santa María la Real. Fue entonces cuando empezó a construirse el gran conjunto monástico en estilo románico en transición al gótico.

Detalle de los interiores

Inscripción románica. En las décadas siguientes, la abadía premonstratense fue enriqueciendo su patrimonio y riquezas con la paulatina recepción de heredades, donaciones, franquicias y otras concesiones regias y nobiliarias, llegando a convertirse en un importante centro de producción agropecuaria, amén de centro de irradiación artística y cultural. La constante expansión territorial del Monasterio fomenta la aparición de pleitos jurisdiccionales por tierras y rentas con otros establecimientos eclesiásticos. En 1222 fue consagrada la iglesia. Diversos factores políticos, económicos y demográficos condujeron al inicio del declive de Santa María la Real a inicios del siglo XIV. En 1323 se produce una destructiva rebelión de los monjes contra el abad y posteriormente el Monasterio sufrió los embates de la Peste Negra y las guerras civiles de los Trastámaras castellanos. El XV es un siglo de sosiego y relativa prosperidad, pero en el siglo XVI regresan las turbulencias por conflictos internos de la orden Premonstratense azuzados por la injerencia del rey Felipe II. En la centuria siguiente Santa María la Real experimenta una vuelta a su pasado esplendor bajo el sistema organizativo de la Congregación Premostratense de España que, entre otros aspectos, se traduce en la construcción de nuevas dependencias y ampliaciones. Las edificaciones auxiliares continuaron hasta finales del siglo XVIII.

Detalle de los interiores

Con tantos monasterios y conventos de todas las órdenes, el ocaso de Santa María la Real se aceleró a rebufo de la nueva situación política creada tras la Guerra de la Independencia Española. La orientación liberal del abad del momento le puso en el punto de mira de los carlistas al estallar la guerra civil en 1833, obligando a aquel a disponer una exclaustración temporal. Ésta se hizo definitiva con motivo de los decretos de desamortización y supresión de monasterios emitidos por Juan Álvarez Mendizábal en 1835 y 1836. Con el proceso de desamortización las tierras dependientes del Monasterio y las dos hospederías que regentaba pasaron a manos de particulares, pero no así el propio cenobio que, no hallando comprador, quedó a merced de la rapiña, siendo víctima de una rápida ruina. Así, en 1871 fueron sustraídos la gran mayoría de los capiteles del claustro y alguno de la iglesia, con destino al Museo Arqueológico Nacional (España). Se dice que la gente entraba al edificio y sacaba sacos de libros y legajos para alimentar las estufas durante el invierno; tal vez queden aún en algunas casas documentos de aquellos, que no llegaran a quemarse. A principios del siglo XX el edificio se encontraba totalmente arruinado, con muchas mutilaciones y estructuras desmoronadas. Esta lamentable situación no se vio afectada por la declaración de Monumento Histórico-Artístico Nacional por decreto del 4 de diciembre de 1914.

Claustro

Entre 1955 y 1968 la Dirección General de Bellas Artes acometió una primera campaña de restauraciones que afectaron a las cubiertas de la iglesia, al claustro y la sala capitular, que se hallaban medio hundidos y llenos de escombros. Ambos espacios fueron reconstruidos casi por completo, llegando a desmontarse y volverse a armar partes enteras. En 1978 comenzó una segunda etapa de desescombro y restauración a iniciativa de la Asociación de Amigos del Monasterio de Aguilar, creada aquel año, la cual aplicó, a diferencia del historicismo que había caracterizado la restauración anterior, un criterio didáctico, arqueológico y eminentemente funcional, ya que se pretendía tanto reconstruir como rehabilitar para dar espacio a nuevos usos seculares.

Detalle de los interiores

Las dependencias recién restauradas acogieron a partir de 1984 un Instituto de Enseñanza Secundaria, función educativa destinada a los jóvenes del pueblo y de la comarca. Siempre bajo el impulso voluntario de su Asociación de Amigos, el Monasterio multiplicó su oferta de actos culturales y académicos. En 1985 comenzó a funcionar la Escuela Taller, dirigida a completar la labor restauradora del edificio y a dar formación arquitectónica y arqueológica.

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El embalse del Ebro, también llamado pantano del Ebro, pantano de Reinosa o pantano de Arija es un embalse construido en el río Ebro, en el norte de España. Se encuentra a caballo entre la comarca cántabra de Campoo-Los Valles y la comarca burgalesa de Las Merindades, aunque la mayor parte del Embalse está en territorio cántabro y de igual forma prácticamente todos los ríos que vierten sus aguas a él proceden de Cantabria. Es el tercer embalse de mayor capacidad de la cuenca hidrográfica del Ebro, por detrás de los embalses de Mequinenza y Canelles.

Una vista general del pantano desde la Ermita de La Virgen de Las Nieves

El embalse del Ebro fue construido entre los años 1921 y 1945, aunque no fue inaugurado hasta 1952. Durante el franquismo, fueron empleados presos políticos en su construcción. Para su puesta en servicio fueron anegados completamente los pueblos de Medianedo, La Magdalena, Quintanilla y Quintanilla de Bustamante. En inicio se planteó una serie de compensaciones para la comarca, como la construcción de viviendas para los afectados, la instalación de industrias en la zona, un sistema de transporte mediante embarcaciones para unir las dos orillas del embalse o la construcción de un ramal del tren minero de la Robla que llegaría hasta Reinosa. Sin embargo ninguna de las promesas se cumplió para desgracia de los habitantes de la zona.

Orzales

Con una altura máxima de 34 m, y una extensión de 6.253 ha, es capaz de albergar 541 hm³. Su construcción supuso cambios climáticos en la zona, con nieblas frecuentes durante el invierno. Desde él se regulan las aguas del río Ebro.

Virgen de Las Nieves

Se localiza al Sur de Cantabria, en el límite con la provincia de Burgos (Castilla y León). El 70% de la totalidad del embalse se encuentra dentro de Cantabria, mientras el otro 30% se encuentra en Burgos. Se nutre de aguas cántabras en un altísimo porcentaje, por los ríos Ebro - Híjar e Izarilla, y el desnieve de las cumbres de Tresmares, en su lado Este, y de toda la Sierra de Isar. Mientras que de la parte burgalesa el río Virga vierte su corriente en el pantano.

Quintanamanil

El acceso a la lámina de agua del embalse se puede realizar desde la margen derecha, en las proximidades de la presa, donde se forma una playa natural de poca pendiente con accesibilidad fácil hasta el agua. En la actualidad, la navegación en el embalse está restringida, siendo necesaria una autorización específica para ello.

Corconte

Por lo que se refiere a los aprovechamientos, el más importante dentro de la comunidad cántabra es el bitrasvase a las cuencas del Besaya y Pas, por un máximo de 22 hm³ y que se realiza únicamente en la temporada estival. Fuera de Cantabria es fundamental la utilización de sus aguas para regadío en La Rioja, Navarra y Aragón.

Cabañas de Virtus

El Ayuntamiento de Campoo de Yuso ha propuesto el 16 de abril de 2013 incluir este espacio natural en la Lista de Humedales de Importancia Mundial del Convenio Ramsar.

La Sociedad Española de Ornitología, institución de reconocido prestigio fundada en 1954, ha emitido un informe donde indica que “el embalse del Ebro es uno de los humedales más destacados del Norte peninsular por sus poblaciones de aves acuáticas.”

Actualmente esta propuesta se encuentra siendo estudiada por los servicios oficiales de Cantabria y Castilla y León.

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Puente sobre el rio Ebro

Reinosa es un municipio y ciudad de la comunidad autónoma de Cantabria (España) y el centro administrativo y económico de la comarca de Campoo-Los Valles, además de uno de los núcleos urbanos más importantes del interior de Cantabria. Está surcada por los ríos Ebro y el brazo sur del Híjar. Es la ciudad cántabra con las temperaturas medias más bajas, su término municipal está rodeado completamente por el de Campoo de Enmedio, siendo Reinosa el municipio con menos superficie de toda Cantabria (ver tabla). Reinosa recibió el título de ciudad en el año 1927, siendo junto con Santander y Torrelavega, los tres únicos núcleos urbanos que tienen esa distinción en Cantabria.

Es una de las localidades del Camino de Santiago del Norte: Ruta del Besaya.

El documento más antiguo sobre Reinosa tiene fecha del año 1000, donde figura con la denominación de "Renosa", aldea a la que se le asignan cuatro solares concedidos por el conde de Castilla, Sancho García. A partir de ahí, aparece mencionada en varios pleitos y escrituras que describen la dependencia jurisdiccional de las gentes allí asentadas a las Abadías de Santillana y Aguilar (abadengo), por un lado, y del marquesado de Argüeso y del Rey (behetría), por otro.

En una relación de propiedades de 1404, Reinosa ya se perfila como centro de un mercado incipiente y, años más tarde, se alude a ella como cabeza de la Merindad de Campoo, convirtiéndose en sede del Ayuntamiento General. Este Ayuntamiento lo componían Reinosa y siete Hermandades: Cinco Villas, Suso, Yuso, Enmedio, Los Carabeos, Valdeolea y Valdeprado, cada uno representado por un Procurador Síndico. Todos se reunían una vez al mes con el Corregidor para tratar asuntos referentes a la administración de sus territorios.

Es en estos años finales de la Edad Media y principios de la Moderna cuando tienen lugar en Reinosa dos importantes visitas reales:

La primera fue la del Príncipe don Juan, en 1497. El hijo de los Reyes Católicos, llega a la ciudad con su padre, para encontrarse con su prometida, Margarita de Austria. Es probable que los novios se prometieran o casaran en el edificio conocido como La Casa de las Princesas, situado en el centro de Reinosa.

La segunda presencia real fue la de Carlos V, quien pasó por Reinosa durante su primer viaje a España procedente de Flandes (1517). Aquejado de una enfermedad, se hospeda en la casa del fundador del Convento San Francisco durante nueve días, hasta su recuperación. En esa fecha el convento se estaba construyendo y, un siglo más tarde, ya contaba con treinta religiosos, y Reinosa con una población de 500 habitantes, de los que buena parte eran hidalgos renteros de sus mayorazgos, otros se dedicaban a actividades liberales y los más vivían del producto de sus huertas, del ganado y del pastoreo.

Imágenes sobre el Triatlon Blanco o de Invierno, siendo la primera localidad española donde se celebró esta modalidad.

Triatlon blanco de Reinosa

Esta estructura económica cambia a partir del siglo XVIII cuando, bajo el reinado de los Borbones, se construyen el Camino Real y el Puente del Ebro. Estas obras contribuyen al despegue económico de la comarca. La ciudad se convierte en un lugar bullicioso y próspero, donde los productos castellanos se almacenan en su camino hacia el puerto de Santander. Surgen alrededor de este comercio pequeños negocios como las herrerías, se construyen grandes molinos, se establecen compañías y se crean servicios como tiendas, boticas y notarías. En esta época se traslada el Mercado de grano de los lunes a El Espolón y las dos Ferias de ganado anuales, en Santiago y San Mateo, atraen a tratantes de zonas muy alejadas.

Boxes en el Triatlon Blanco

Con la llegada del ferrocarril, a mediados del siglo XIX, Reinosa va perdiendo importancia como cabeza del tráfico carretero, pero resurgirá con la instalación de fábricas alimenticias (harina, queso, chocolate) y de una importante industria vidriera (la de Santa Clara). Despega en estas fechas también la cultura, con destacados escritores como Sánchez Díaz (de la generación de 98), Ángel de los Ríos, Duque y Merino o pintores como Casimiro Sainz.

Entrado el siglo XX, la vida económica de la ciudad estará condicionada por los altibajos que sufra la factoría "La Naval", una gran fábrica de fundición y forja, creada en 1919, y que provocará un espectacular aumento de la población. Se tienen datos que en 1923 ya trabajaban 1.324 obreros en ella, sin contar con los puestos de trabajo de las empresas subsidiarias. Se construyen cañones y armamento para barcos, lo que significa que, durante la Guerra Civil, Reinosa fue un importante punto de interés para ambos bandos.

Triatleta en el Triatlon Blanco

Terminada la contienda civil, la factoría y la población siguen en continuo aumento, hasta que la crisis del sector armamentístico y la política exterior, obligan a reconvertir la fábrica. El desempleo y el malestar social llegan a su punto culminante en 1987, cuando los recortes de personal provocan una crisis económica que se traduce en un aumento del desempleo y un descenso de la población y de los servicios que todavía hoy perdura.

En los últimos años, el sector industrial ha experimentado cierta recuperación (ver epígrafe Campoo-Los Valles). Las principales empresas son Siderúrgicas del Norte SIDENOR (mecánica pesada); Cantarey (generadores eléctricos); Cuétara (Galletas); Columbia, de la Fundación ONCE y que da empleo a discapacitados; y Anchoas y Productos del Cantábrico.

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Monte Gorbeia - Zeanuri, Bizkaia

Este pequeño hayedo está situado dentro del Parque Natural de Gorbeia. Estas hayas se han sometido a distintas podas, para así obtener leña y carbón. Creo que esto es un ejemplo de lo que se debería de hacer con nuestros arboles en nuestros bosques, conseguir beneficios a corto plazo, pero mantenerlos de cara al futuro.

Las podas son necesarías , aunque restan un poco en su encanto, pero debemos de comprender que son necesarias para su conservación . Los árboles soportan mucho peso en estas ramas, y con estos temporales de viento pueden obrecer mucho peligro de que se puedan arrancar las ramas, o incluso el derribo del propio árbol.

Monte Gorbeia - Zeanuri, Bizkaia

Este bosque es un lugar muy visitado por los fotografos, tanto los profesionales como nosotros los amateur, podemos disfrutar de muchas posibilidades y encuadres. Es un lugar especial los días de niebla , que le dan un aire misterioso a este lugar.

Monte Gorbeia - Zeanuri, Bizkaia

Monte Gorbeia - Zeanuri, Bizkaia

Monte Gorbeia - Zeanuri, Bizkaia

Monte Gorbeia - Zeanuri, Bizkaia

Monte Gorbeia - Zeanuri, Bizkaia

Monte Gorbeia - Zeanuri, Bizkaia

Monte Gorbeia - Zeanuri, Bizkaia

Monte Gorbeia - Zeanuri, Bizkaia

Hayedo de Otzarreta - De día

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Estacion de Barreda y fabrica de Solvay

Torrelavega es un municipio del norte de España. Se trata de una ciudad industrial y comercial de la comunidad autónoma de Cantabria, capital de un área de influencia de unos 120.000 habitantes conocida como comarca del Besaya. La ciudad se sitúa en un valle o vega a unos 8 kilómetros de la costa Cantábrica y a 24,5 kilómetros de la capital autonómica (Santander). En ella confluyen los ríos Saja y Besaya. Torrelavega es una de las localidades de la Ruta del Besaya, y está acreditada como "Ciudad por el Comercio".

De la época prehistórica se documentan escasos hallazgos. En las cercanías se encuentran las cuevas de La Busta, La Clotilde y La Estación. Estas dos últimas pertenecen a la localidad de Quijas del municipio de Reocín (colindante con Torrelavega). Ambas cuentan con pinturas de arte rupestre en las que se pueden diferenciar figuras de animales, tales como caballos. Fueron declaradas Bien de Interés Cultural en el año 1997.

Ya dentro del municipio de Torrelavega cabe mencionar el hallazgo de útiles del Paleolítico Inferior o Medio, en las localidadesde Tanos y Viérnoles. Descatacan cerámicas de bronce o hierro y algunas pinturas. Los yacimientos arqueológicos ubicados en las cercanías del municipio, como el monte Dobra, confirman la presencia humana durante la prehistoria en esta zona de vega y sus inmediaciones.

La invasión romana y en consecuencia la romanización, no fue profunda por esta zona, esto se deduce de la escasa presencia de restos arqueológicos. La calzada romana que unía la meseta castellana, Pisoraca (Herrera de Pisuerga), con el Portus Blendium (Suances) pudo atravesar el territorio torrelaveguense tras pasar por la ciudad de Julióbriga (Campoo de Enmedio) antes de adentrarse en el valle del Besaya.

No es hasta la Edad Media cuando aparecen los primeros escritos sobre la villa. Se encuentra mención documental de la aldea de la Vega a finales del siglo XIII.1 Se atribuye su fundación a Garcilaso I de la Vega, Adelantado Mayor de Castilla en nombre del monarca Alfonso XI.

Su nombre actual es la contracción que, con el paso del tiempo, se ha producido del epónimo de la torre que construyó en la zona Leonor de la Vega, hija de Garcilaso II de la Vega y madre del Marqués de Santillana, para administrar los impuestos y los privilegios de su territorio. La conjunción de la torre y del nombre del lugar, título del señorío, habría que configurar la denominación de la villa mercantil e industrial que, desde el siglo XVIII hasta hoy, conocemos con el nombre de Torrelavega. Otras denominaciones del territorio fueron "Aldea de la Vega", "La Vega" o "Corral de la Vega".

Entre los siglos XVI al XVIII el municipio dependió de los Duques del Infantado, sucesores de la familia de la Vega. El Pleito de los Valles, por el cual los nueve valles cántabros obtuvieron su independencia de los señoríos del Infantado no tuvo repercusión en la zona torrelaveguense. Dentro del régimen señorial pervive, a lo largo de la Edad Moderna, la vida económica y administrativa, que va a encontrar su transformación por la liberalización del comercio colonial y la apertura de las vías de comunicación. Durante el siglo XVII, Torrelavega desarrollará un importante crecimiento industrial (fábricas de harina y de curtido, establecimientos abiertos al comercio de telas, quincalla, comestibles y tabernas). A mediados del siglo XVIII Torrelavega se cofigura como encrucijada de caminos entre Santander y Reinosa.

En el año 1853 se produce uno de los hitos que marcaron el progreso económico de Torrelavega, el descubrimiento del coto minero de zinc (blenda y calamita) en Reocín. Además, en el año 1898 se instaló Azucarera Montañesa, después transformada en Lechera Montañesa, y ya en 1904 comenzó en el municipio la construcción de las instalaciones de la empresa belga Solvay, dando lugar a una importante fábrica de producción de sosa Solvay.

María Cristina de Habsburgo-Lorena otorgó a Torrelavega el título de Ciudad el 29 de enero del año 1895. Estas grandes industrias, el mercado, los establecimientos de comercio, la pequeña industria y talleres, transforman Torrelavega en el núcleo industrial clave de la comarca del Besaya. De ser una villa agraria de 78 vecinos en el año 17532 pasó a ser el segundo centro económico regional en el siglo XIX. "El aumento de población y el progreso de su industria" le merecieron el 29 de enero del año 1895 el título de Ciudad a Torrelavega, concedido por la entonces María Cristina de Habsburgo-Lorena (1858-1929), que ejerció la regencia en España durante la minoría de edad de su hijo, el rey Alfonso XIII desde 1885 hasta 1902.

Ya en el siglo XX, el desarrollo de la región no cesó, y surgirán nuevas industrias y centros bancarios, así como el establecimiento de la Granja Poch. Con la llegada de la Segunda República y más tarde la Guerra Civil la ciudad sufrirá una de las épocas más turbulentas de su historia. La Guerra Civil afectó profundamente a la región, de forma trágica, tanto de un bando como de otro. Primero, la represión republicana se concentró en la persecución religiosa que fue abudante en diversas zonas. Después, la represión franquista alcanzó también cifras trágicas, puesto que en Torrelavega, al ser un núcleo industrial, los sindicatos contaban con una fuerte presencia, y tanto obreros como sindicalistas eran objetivo frecuente de la represión del bando sublevado. Además, el dominio de partidos de izquierda en esta zona era evidente, lo cual dificultó aún más la situación para los afiliados a sindicatos y partidos. Torrelavega presenció una batalla aérea el 6 de agosto de 1937, cuando las fuerzas aéreas republicanas perdieron 12 cazas.

Destaca de esta etapa el torrelaveguense, Eloy Fernández Navamuel (1899-1964) que fue un prestigioso militar que tras acogerse al retiro previsto por la Ley Azaña, se incorporó voluntariamente al servicio de la Segunda República. Contribuyó a sofocar los focos de rebelión de la entonces provincia, realizó acciones de incursión en los frentes de Asturias, Santander y País Vasco y tuvo un papel destacado en la captura del buque franquista Tiburón, que venía a Santander con el propósito de establecer el bloqueo. El 25 de agosto fue nombrado jefe de los Servicios de Aviación del Norte de España. El 10 de noviembre, sin abandonar sus funciones de piloto, tomó el mando de una columna de 300 milicianos, que comenzó a operar desde el incipiente frente de Reinosa con dirección a Burgos y Palencia. El 14 de abril de 1937 fue promovido a comandante y se le confió el mando de la 3.ª División, luego División 54. Ya en agosto de 1937 con las tropas franquistas recién llegadas a Torrelavega, consiguió escapar a Francia.

Cabe destacar la presencia de una importante guerrilla, con los maquis como protagonistas, en la zona de Silió (localidad del municipio de Molledo).3 Inocencio Aja fue el guerrillero destacado de la zona del río Besaya.

La época de apogeo de Torrelavega fue entre finales del siglo XIX y principios del XX, después la ciudad sufrió una serie de altibajos, demográfica y económicamente hablando. Tras la Guerra Civil, el desarrollo industrial no continuó con la misma intensidad debido a la mala situación socioeconómica que atravesaban tanto el país como la propia región, pero a pesar de ello llegaron empresas tales como Sniace y La Continental.

La ciudad sufrió una grave crisis en la década de los ochenta y noventa, con motivo de la recesión industrial en toda la comarca, pero en la actualidad ha logrado recuperarse, puesto que el censo de población, el comercio y la industria han experimentado una reciente mejora.

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Una visión nocturna de la Iglesia de San Jorge

La iglesia de San Jorge es un templo católico apostólico romano situado sobre el cerro del mismo nombre en Las Fraguas, (Cantabria), a escasos metros del perímetro de cierre del palacio de los Hornillos. Se construyó en 1890 como capilla-panteón, por deseo de los duques de Santo Mauro, sobre las ruinas de una ermita medieval. Está rodeada por un muro bajo de mampostería reforzado de sillería, que bordea un plano desde el cual se domina un pequeño cementerio situado más abajo, a uno de sus laterales.

Esta Iglesia tabien es conocida como el Partenon

Construida en 1890 como capilla-panteón, fue donada por los duques al pueblo de Las Fraguas para servir de iglesia parroquial.

Durante la Guerra Civil fue utilizada por el bando republicano como cárcel.

Su particularidad es que fue construida como un templo romano hexástilo períptero (con un total de 40 columnas) de orden corintio, recibiendo el sobrenombre de El Partenón y siendo uno de los pocos edificios puramente neoclásicos de Cantabria y también uno de los más importantes. Consta de arquitrabe, cornisa de billetes y frontón triangular, sin que exista una organización de metopas y triglifos.

Una visión nocturna de la Iglesia de San Jorge

Una visión nocturna de la Iglesia de San Jorge

Una vista nocturna e iluminada de la iglesia

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Vista general del monasterio

El monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco fue un antiguo monasterio de España que se encuentra en el Valle de Manzanedo, actual provincia de Burgos, junto al río Ebro, en el territorio donde tuvo su origen el primitivo Condado de Castilla.

Claustro del convento

La comunidad que en el siglo XIII se trasladó hasta el Valle de Manzanedo había ocupado un pequeño cenobio en Quintanajuar, en el Páramo de Masa, de donde se trasladaron a finales del siglo XII a San Cipriano de Montes de Oca (La Rioja). Cuando a comienzos del siglo XIII, hacia el año 1204, llegaron al Valle de Manzanedo ocuparon lo que era el antiguo monasterio de Rioseco, perteneciente al patrimonio de la comunidad de Quintanajuar desde el año 1171 en que lo recibieron como donación de los descendientes de Martino Martini de Uizozes (Martín Martínez de Bisjueces).

Interior de la capilla

No existen noticias anteriores de este antiguo monasterio situado en una pequeña explanada al norte de donde se establecieron definitivamente hacia el año 1236, y cuyas ruinas todavía se pueden visitar. En el lugar ocupado por el primitivo monasterio de Rioseco todavía se pueden ver las ruinas de la iglesia conventual, que, después del traslado al nuevo monasterio, fue la parroquia de Nuestra Señora de Parrales.

Al parecer, como consecuencia de la grave inundación que sufrió el monasterio en 1216, se organizó el traslado a un solar próximo situado en una zona algo más elevada. El traslado a la que sería la definitiva ubicación de esta comunidad cisterciense se hizo en 1236. En el siglo XIV, Rioseco formaría uno de los más potentes patrimonios económicos de los cistercienses castellanos. Seguirían años de penuria y crisis a mediados del siglo XV y años de crecimiento como en el siglo XVII.

Desde 1808 a 1809 las tropas francesas alojadas en Medina embargaron buena parte de los granos almacenados, y desde este último año hasta el 29 de junio de 1814 los monjes tuvieron que exclaustrarse. Aunque volvieron a él, no duraron mucho ya que, el 29 de octubre de 1820, durante el Trienio Liberal, «los comisarios del gobierno revolucionario tomaron posesión de este monasterio». En pública subasta celebrada en Villarcayo, serían vendidos buena parte de sus bienes. El monasterio quedó sin vender. Abandonado, fue en parte aprovechado por la gente del lugar como almacén, parroquia y cementerio.

Claustro

En 1855, a falta de licitantes, Francisco Arquiaga, comisario provincial de la subasta, cargó con aquella belleza inútil y desolada. Arquiaga desde el principio cedió el templo para el culto, estando éste magníficamente equipado: retablos, cuadros, órgano, pila bautismal, etc., hasta que su nieta Margarita Arquiaga lo cedió a la Archidiócesis y comenzó su expolio, saqueo y degradación. Según cuentan algunos vecinos del valle, algunas de las estatuas de santos de la orden sirvieron hace años de relleno de la cercana presa del Ebro.

La puerta principal estaba bajo la llamada Torre del Abad. En el siglo XX, tras el abandono del conjunto y debido al expolio de la portada renacentista, se vinieron abajo varias paredes de la torre y hoy ese acceso está inutilizado. Afortunadamente existe una fotografía en el Archivo de la Diputación de Burgos que nos muestra la clasicista puerta con arco de medio punto y columnas que sustentan un frontón triangular.

Antiguo claustro de la hospedería

Su claustro es de estilo herreriano y conserva una preciosa escalera de caracol. Aún se mantienen los muros de la iglesia en pie, y las bóvedas conservan algunos restos de policromía. Su cartulario se conserva en el Archivo Histórico Nacional (códice 91B).

Dado su estado de abandono, figura en la Lista roja de patrimonio en peligro, que la asociación Hispania Nostra empezó a elaborar en el año 2006.

Ante la pasividad de las instituciones un grupo de voluntarios, encabezados por el párroco del Valle de Manzanedo, se propusieron salvarlo y la semana del 1 al 6 de agosto de 2011 recuperaron el interior de la iglesia con unos resultados óptimos. Del 6 al 12 de agosto de 2012 restauraron parte del claustro. Del 5 al 11 de agosto de 2013 fue la tercera semana del voluntariado. Este año los voluntarios del monasterio de Rioseco siguieron reconstruyeron distintas partes del monasterio pero es de destacar la recuperación y colocación de la antigua lápida con escudo de Cristóbal Varona Sarabia junto a la ya existente de su esposa Doña Catalina de Murueta.3 Los trabajos, en los que participaron diariamente casi medio centenar de voluntarios procedentes de localidades del entorno y de lugares como Madrid, Barcelona o Bilbao, tuvo como fin liberar los ojos del claustro, tapiados desde los años 40 del pasado siglo, cuando se alquiló este espacio para guardar ganado y se taparon los arcos para que el ganado no entrara a la iglesia. Estas labores fueron sufragadas con donativos, que permitieron alquilar máquinas de obra para desescombrar los materiales más pesados.

Se ha publicado además el libro Santa María de Rioseco. El monasterio evocado, de Esther López Sobrado. Los beneficios obtenidos con su venta se dedican a la restauración de la sala capitular del monasterio.4 Profesores y alumnos del Instituto de Enseñanza Media Merindades de Castilla de Villarcayo han desarrollado el proyecto «Salvemos Rioseco», premiado por Educación, y como parte del mismo durante los fines de semana de julio y agosto hay visitas guiadas efectuadas por estos alumnos en las que se puede apreciar la mejoría de este monasterio, aún en peligro de desaparecer.

Pasillo del claustro

Monje rezando en capilla

Pasillo del claustro

Jardines exteriores del claustro

Monje rezando en capilla

Monje rezando en capilla

Perspectiva sur del Claustro

Detalle de la parte sur del claustro

Otras imágenes del Monasterio

Otras Imágenes del Monasterio 2

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