De camino a Frías, en el partido judicial de Villarcayo en la comarca de las Merindades (Burgos), encontramos la pequeña localidad de Tobera situada en un enclave de saltos de agua: el desfiladero del río Molinar.
En este lugar loado por poetas y plasmado por pintores, en una revuelta de la carretera antes de entrar en el pueblo, engastada sobre la roca de una pared vertical encontramos la pequeña ermita de Santa María de la Hoz.
La actual ermita de Santa María de la Hoz data del siglo XIII, aunque parece casi seguro que está construida sobre los restos de algún templo anterior.
De estilo románico tardío, presenta algunas trazas góticas, como son las arquivoltas ojivales (lisas excepto la exterior que está decorada con diez figuras esculpidas) que conforman la portalada que contrastan con la decoración románica de los capiteles, con motivos vegetales, y de los arcos del soportal.
Los canecillos son románicos, quizá procedentes de la desaparecida ermita de Santa Lucía. Sin embargo los que están encima de los arcos de herradura son reproducciones modernas que emulan el estilo de los primeros. Encima de estos arcos de herradura estaría situada antaño la vivienda del ermitaño.
Se sabe que esta ermita fue otrora hospedería de peregrinos que descendían el Portillo de Busto hacían el camino principal a Santiago de Compostela.
La ermita está formada por una única nave con una colorida decoración interior a modo de frescos. Aunque no pudimos acceder al interior, una especie de gatera nos permitió captar algunas instantáneas. Parece ser que una vez al año, en el mes de julio, se celebra la romería de "la Toberilla" motivo por el que se abre la ermita.
Junto a la ermita se encuentra el altar de caminantes del Santo Cristo de los Remedios, un pequeño santuario del siglo XVII protegido por unas reja antivándalos con la imagen del santo en cuestión y una vitrina a los pies que contiene una talla de una serpiente gigante.
Cuenta una leyenda que por este camino romano pasaba un día un correo de la reina castellana, al que le salió una serpiente gigante al cruzar el puente de Tobera. El caballo se encabritó y se desbocó con el jinete a lomos. Pero el mensajero se encomendó al Santo Cristo de los Remedios y milagrosamente salió ileso del fatal accidente. Por ese motivo mandó construir junto al puente un pequeño santuario. El altar de hoy es el heredero del que fundó el correo de la leyenda.
A escasos metros del santuario topamos con un vistoso puente medieval por donde transitaba la antigua calzada romana que unía Briviesca con Orduña y los puertos del norte.
En uno de sus márgenes arranca una senda que desciende siguiendo el curso del río Molinar hasta Tobera pasando por cascadas y miradores para acabar retornando al punto de partida.
Es un bello y agradable paseo entre la naturaleza con el sonido del agua como compañero de viaje.
Un río que antaño movía los batanes que durante los siglos XVI y XVII abastecieron de papel a las imprentas de la ciudad de Burgos.En definitiva, un fresco y apacible paseo, cosa nada desdeñable en verano.
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