Venimos a esta vida en un momento, para ser una parte de su historia, y la muerte de repente viene a vernos, e irremediablemente la debemos afrontar. Si no hemos pecado quizá del infierno nos libramos. Si veo una lagrima en tus ojos espero que sea por amor, no por lastima o falsedad, pues yo solamente te digo adiós.
Siempre me ha llamado la atención esta txalupa , que ha disfrutado de días mejores, pero hoy lamentablemente el paso del tiempo esta dejando mella en sus cuadernas.
Abandonada a su suerte, a las inclemencias del tiempo, a un deterioro paulatino que poco a poco va desgastando todo síntoma de existencia. Ya solo nos queda disfrutarla en fotografías, y recordar que un día hubo una txalupa que salía a la mar en busca del sustento para la población.
Era un viejo barco hijo de la mar con las velas rotas,cansado el remar.
A su vieja orilla quiso regresar y le dijo al viento si podía soplar.
Con tus velas rotas,cansado el remar, a tu vieja orilla no podrás llegar.
El barco cojeando se acercó a la mar y en sus olas blancas se puso a llorar.
La mar, que es su madre,le cantó un cantar, le cosió las velas le ayudó a remar.
Y a su vieja orilla el barco llegó y con este verso el cuento acabó.
María García Esperón
